MELODÍA CRÓNICA

Querido Padre, me estremeces en mi mundo de cicatrices profundas, donde los cuentos de hadas están congelados. Mientras conduzco mi Chevrolet, escucho a aquel que predica tu palabra a través de la radio, diciendo que mañana será un nuevo día. Sin embargo, en la esquina de mi mente, un cuervo grita que no habrá sol que alumbre el valle de muerte en el que camino.

Aun así, sigo adelante por este bosque húmedo y oscuro, siguiendo un sendero largo y desconocido. Cada pensamiento pesa más y la fatiga aumenta, mientras las ganas de vivir desaparecen poco a poco. Al detenerme y mirar a través del retrovisor, veo no humanos, ni mucho menos mis hermanos, sino monstruos gigantes a los que he disparado en mi camino.

Continúo conduciendo, enfrentándome a obstáculos mientras los árboles secos agitan sus ramas con malicia, rozando la carrocería del vehículo. Admito que el miedo de un caído pasa a mi lado, dejándome un escalofrío en el cuerpo, temblando de frío. Una voz susurra en mi oído, instándome a rendirme y dejar de luchar, diciendo que hay muchos soñadores como yo que han sido vencidos.

Sin embargo, la voz de mi espíritu grita aún más fuerte. Utilizo el plomo para ejecutar mi talento en esta plataforma y dar forma a lo que está torcido desde el principio. Anticipo el renacimiento de una victoria y miro hacia adelante. A ti, ciego y desconectado de mi presencia, ha llegado la hora en que la bala de acero cumpla su cometido.

 

El viento sopla fuego del norte y el rocío se convierte en mi espejo. El tiempo, ese viejo sabio, decreta su juicio sobre mi hermano. En ese momento, la voz terrorífica decide mostrar su rostro, revelándose como otro villano, un infeliz tirano. No me queda más remedio que subir el volumen de la radio, mirar hacia afuera nuevamente y escupirle en la cara con mis letras. Me atrevo a pisar con más fuerza el acelerador, y todo lo que queda atrás de mí se convierte en cenizas. Ese humo se convierte en perfume para mi espíritu, que se fortalece sobre las rodillas.

A pesar de las sombras y los monstruos que acechan en mi camino, sigo adelante. Mi determinación crece y mi fe en ti no desvanece. Me apoyo en tus enseñanzas y resisto las voces que intentan llenar mi mente de miedo y duda.

 

Seguiré conduciendo, superando obstáculos y enfrentando mis miedos. Cada paso es un desafío, pero con tu amor a mi lado, sé que encontraré la fuerza para seguir adelante. Confío en que cada amanecer traerá consigo nuevas oportunidades y que, con tu guía, superaré cualquier valle de muerte que encuentre en mi camino.

INVERSO