
SOLO ERES UN ESPEJO
Querida Ana, me gustaría que me llevaras a tu cama, que toda esa pasión recorriera mi cuerpo y que tus gemidos encendieran los míos, alumbrando así tu alcoba. Estoy seguro de que esta noche será diferente a la que estás acostumbrada. Tengo mil pensamientos malvados, todos deseando desatar el fuego que posees. Hoy he decidido convertirme en tu dragón, atemorizando tu inocencia y haciendo que el miedo se arraigue en esa única noche. Que las paredes de tu castillo, con su arquitectura perfecta, tiemblen mientras mis labios recorren tu área erótica. Cuando mi lengua saborea tu éxtasis y provoca que tus vellos se ericen. Serán cien los latidos que se entregarán junto a los tuyos. Han asentado doscientos y mi cañón estará listo para darle el golpe de Estado.

—Ana, no te rías. Solo son palabras de un estúpido enamorado que ni siquiera te ha visto en persona. Hay otro al que le tengo una emboscada preparada, y será toda una odisea. Ana, todavía no lo entiendes. A veces pienso que me desmayo en el silencio de este llanto. Vas marcando el camino de lo vivo y lo muerto en mí. Yo te observo con mis ojos de dragón. Tú, flor muerta, aún no comprendes. Hay vías en tu vida como las del tren que se aproxima a su destino de muerte. Te sonríes con cada payaso que lleva una sonrisa falsa, y eres tan ignorante que te arrastras como una borracha suplicando el amor que lleva ese perro en su boca. Y yo te observo desde las dos esquinas de tu cerebro. Eres tonta y ciega, no sé cuál de las dos encaja en tu dedo de compromiso, y eso para mí es genial. Te mueres porque alguien te tome en serio. Pero sorpresa, doble porción a la tonta, mis ojos de dragón te observan. Ahora toma este consejo y corre hacia un artista del arte como yo y dile que te tatúe encima del corazón estas letras. La precisión de las palabras va más allá de tu segundo de vida.





—Ana, despierta, estoy aquí. No puedes ignorarme, soy muy poderoso. No lo olvides.
—Ana, no bajes las escaleras tan de prisa. ¿No ves que puedes caerte y romperte el cuello?
—Ana, Anita, Anota. Nadie puede escucharte. Tus padres se fueron de vacaciones, ¿sabes por qué? Porque querían darse un espacio, o sea, salir de ti. Porque no te entienden. Ellos no saben que eres privilegiada, que llevas una carga muy grande. Solo fuertes y valientes la resisten y sacan lo mejor de ella. Pero ellos no lo entienden, y tú menos. Así que no grites, me estás reventando los oídos.
—Mírate, cómo estás asfixiada. Los mismos ataques una y otra vez. No puedes respirar, pobrecita. Aún no lo comprendes, Ana. Ya casi tienes 40 años y aún no lo entiendes.
—Te doy una pista, Ana. Mientras peleas con tus propias fuerzas, yo convierto en fuego lo que quiero y en agua lo que deseo. De mi propósito nace el manantial amargo, y la sabiduría malvada se extiende por toda la tierra.

—Ana, suelta ese trago de whisky y el teléfono. Hablemos.
—Ups, has arrojado el teléfono y el vaso de cristal contra la pared. ¿Por qué me gritas? ¿Acaso no te gusta mi voz en tu cabecita? No es dulce como el que te creó, es amarga y extremadamente confusa. Ana, das miedo. Mira en lo que te has convertido, ahora eres una fiera salvaje.

—Ana, ¿a dónde vas? ¿A la habitación de tus padres? ¿Qué buscas en esa cabeza? Pero ahí no están, te recuerdo. Ana las puso en una pequeña cajita negra.
—Vaya, tremendo revólver. Esto va a ser genial, será todo un espectáculo.
—No, no, la sueltes y levántate del piso. Deja de estar llorando.

—Estoy harto, ya deseo salir de tu cabeza. Pero para eso te llevaré a un lugar mágico, donde un solo rey existe. Por supuesto, Ana, ese soy yo. ¿Qué te parece? Terminemos tu película, pero te confieso antes de acabar esta escena que ha sido muy ridícula. Ha sido toda una dramatización. Eres patética, gorda y fea. Llevo dos décadas detrás de ti, día tras día, alimentando ese monstruo que manipulo a mi antojo. Y creo que llegó la hora de que seas la protagonista de otra tonta que se suicida por no comprender para lo que fue creada, o sea, tu destino. Ana, se te ha olvidado que Dios te dio libre albedrío y decidiste toda la vanidad que te ofrezco. Ahora bebe de este frasco y desaparece de este mundo. Yo te espero en mi universo, en tu nuevo mundo de fuego. Allí tengo todos los hombres que deseas, que acaricien tu cuerpo.
